miércoles, 27 de enero de 2010

Daniela Díaz: “Soy como de plastilina…”


El arte urbano es una actividad en la que se propone la utilización de los espacios y elementos, tanto teatrales como aquellos no convencionales y que la definen como una propuesta de privilegiadas condiciones en sus posibilidades de producción y manifestación.

Muy temprano en la mañana, aun con los primeros rayos del sol, la jornada comienza, el cuerpo es el principal instrumento a trabajar, largas telas que hacen del ritmo y el movimiento un agradable momento, buscando la elasticidad y la dosis indicada de creatividad para mostrar un talento que se ha cultivado, ella es Daniela Díaz de 25 años de edad, estudiante de arquitectura, contorsionista e integrante del circo urbano con sede en la plaza de la Republica, de la ciudad del sol amada.


El Circo Urbano representa una síntesis de la expresión ciudadana en tanto reúne las características de ser una manifestación donde confluyen diversas formas de expresión artística y una forma de creación arraigada profundamente en nuestra cultura, así lo manifiesta Joaquín Baldín al referirse a esta tendencia que desde hace siglos se practicaba en la antigua Grecia, y que hoy en día cobra vida en las calles y plaza de la ciudad de la gaita y el tambor, de lago y puente, bajo un sol que anuncia la calidez de un arte que busca ser una sonrisa en medio del afán de cada día.


Desde muy joven la cultura por dominar su cuerpo, Daniela Díaz, comenzó a practicar bailes urbanos como el break dance, es una danza que forma parte de la cultura Hip Hop surgida en las comunidades afroamericanas y latinoamericanas de barrios neoyorkinos como Bronx y Brooklyn en los años 70´ a raíz de esta forma de expresión corporal recurre a la escuela de circo urbano de Maracaibo, donde da inicio a su actividad como parte de este colectivo.


“Incorporé el circo a mi vida…”


“tenia que perder el miedo escénico”, asegura Daniela, cuando recurre a Robert Arcaya, quien le propone iniciarse en el teatro como complemento para desarrollar sus capacidades artísticas. Es allí cuando la magia del arte en escena se hace parte de su vida y experimenta que lo imaginario puede tener vida, haciéndose atrayente e inevitable.


La artista afirma que, incorporar el circo a su vida fue algo mágico, y le ha dado la oportunidad de explorar partes de ella que aun desconocía, y conocer al ser humano en cada personaje que interpreta. Junto a nuevas experiencias de vida y condiciones físicas que se acentúan en la ejecución de sus actos, dándole paso al desarrollo de su capacidades.


“Soy como de plastilina…”


El contorsionismo es la práctica de diversos ejercicios, en los que personas con gran elasticidad y flexibilidad, adoptan ciertas posturas de enorme dificultad y prácticamente imposibles para la gran mayoría del público; la esencia de estas posturas radica fundamentalmente en doblar las articulaciones en sentido inverso con facilidad o bien prolongar el margen dinámico de movimiento natural en ellas.


Cuando nuestra entrevistada comenzaba su dialogo afirmaba que su cuerpo es como de plastilina en escena, “ es como jugar con tu cuerpo, es como moldearlo ser libre, como una flor naciente” afirma también que para ella la escena, la danza y la contorción es como la liberación.


En lo sublime del movimiento y la magia de cuerpo humano, suaves desplazamiento hacen de este arte algo mágico que a la vista sobresalta y recrea el momento, colocando un sello único de majestuosidad y asombro por parte de quienes en la vía perciben a esta mujer plastilina.


“Un rato diferente…”


“Es llevar la cultura al común, al ciudadano de a pie, es lograr que las personas tengan una nueva experiencia visual del arte, un contacto directo”, asegura nuestra mujer de plastilina, cuando quiere referirse al motivo de realizar los diversos actos en las calles de la ciudad.


El común de los ciudadanos sufrimos del síndrome de la indiferencia, a esto me refiero cuando ella expresaba la actitud de algunos transeúntes, a los que día a día trataba de sacar una sonrisa, “nuestro único motivo es llevar alegría y por eso solo pedimos una colaboración, deberíamos ser visto como hacedor de favores”, afirma Díaz, cuando con un brillo no muy normal en sus ojos asegura que su profesión de artista urbano le ha concedido ver el mundo desde otra perspectiva, ha crecido como persona y ha sido mas sensible a la carencia del hombre, que busca desesperadamente un foco de atención por segundos para sonreír.


“anteriormente deberías recurrir a un teatro, ahora las personas lo tiene en caliente, por segundos, a la mano, como quien dice facilito”, es la expresión de esta joven quien cree que el propósito del teatro de calle es provocar sonrisas y la liberación de estrés, a esto afirma que las propinas son la forma de decir gracias por estar allí, y por el tiempo invertido.


Un descubrimiento diario


El arte es inagotable y de por si sufre con el tiempo grandes cambios y nacen nuevas formas de expresión, pero mas allá “es un descubrirme día a día”, es la expresión mas convencida que emite para hablar de las cosas que ha logrado a través de esta manifestacion, donde un día llegó por una casualidad que se convirtió en pasión.


El descubrirse tras un aplauso es lo que todo artista sueña, asegura que los aplausos son como gotas de una interminable lluvia que llenan un gran lago, la mirada de los niños es una caricia que llega a los sentidos y los gritos son como mensajes que van directo al corazón y es una forma de complementar la vida, siempre pensando en los demás, Provocando lluvias, caricias y mensajes que solo se pueden captar en una ovación.


La circunstancia


“el circo urbano en mi vida es circunstancial, no pienso estar toda la vida en esto”, exclamo cuando hablaba de sus aspiraciones, acotando que su carrera le exige tiempo y la vida es una constante evolución, pero cree poder hacerlo en un futuro cuando todo recobre su orden, de manera profesional, buscando ayuda y recurriendo expertos.


El momento y el sitio indicado son como las oportunidades que pasan sólo una vez, los lugares sobran cuando el arte que fluye en las venas y requiere de ejecución, “en el árbol más bonito que vea allí me cuelgo”, afirma Díaz, asegurando que no requiere de un espacio diseñado para el desarrollo de su arte.


Afirma que cree no tener vida fuera del circo, después haber descubierto la magia, la realidad es una opción y la vida se torna colorida, ofreciendo al espectador un momento fuera del común, para así ser retribuido en gracias para su vida personal.


“Creo que hacemos la diferencia, cuando nos arriesgamos a crear este movimiento de circo urbano, es descubrirse cada día, es como un grito al mundo de lo que somos y creemos”, afirma la contorsionista cuando quiere referirse al común comentario de las personas de la calle, puntualizando que su vida es arte y que otro concepto diferente no existe.

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